Foto tomada de.registraduria.gov.co
Después dialogar con un buen grupo de ciudadanos y líderes comunitarios del Municipio de Planadas y municipios aledaños, se llegó a la conclusión de que el derecho a elegir o ser elegido pudo ser usurpado por una subasta
electoral, existen fuertes indicios de
supuesto derroche de dinero donde líderes comunitarios, religiosos y
actores políticos vendieron sus
conciencias, sus criterios y más aún su
credibilidad dejando de lado los valores el respeto la honestidad y responsabilidad,
por unas cuantas monedas.
Como ciudadanos nos
preguntamos ¿qué quiere el pueblo? En todos los procesos electorales sean estos
presidenciales, parlamentarias o de autoridades locales, el plato que más se sirve en el
interactuar social, es el tema de la corrección política. Pero pareciera que
esto, es solo un decir. De acuerdo a un informe publicado por la Sociedad
Colombiana de Economistas (SCE) en el 2011, la corrupción le ha costado al
país, en solo 19 años alrededor de 189 billones de pesos, lo que
equivale al 4% del PIB del país durante esos 19 años.
Esta cifra es alarmante, no tanto por sus implicaciones
institucionales sino porque, tal y como señala el Secretario General de las Naciones Unidas,
"la corrupción malogra las oportunidades y crea desigualdades flagrantes.
Socava los derechos humanos y la buena gobernanza, frena el crecimiento
económico y distorsiona los mercados".
Nombrar los múltiples hechos de corrupción política en Colombia no tiene fin,
por ello el país
percibe que el problema de la
corrupción ocupa un lugar
muy por delante de los
niveles de pobreza, desempleo incluso de
la misma guerra. En este orden de
ideas hacemos una reflexión, ¿Quiénes son
los corruptos en Colombia? los políticos, los politiqueros o el pueblo? Cuando un ciudadano vende el derecho que le
otorga la constitución, está vendiendo el derecho a la salud, a la vivienda y la educación etc.
Con ocasión de una reunión institucional del sector
agropecuario, un consultor expresaba que la situación de pobreza y marginalidad
del sur del Tolima obedecían a la carencia de una política de desarrollo rural,
pero pareciera que la conciencia de los
electores estuviera cauterizada por la ambición
y la avaricia a la raíz de todos los males,
el dinero. Los antecedentes antes mencionados han sido factor de pobreza y atraso en el desarrollo social de estas poblaciones.
Hoy cuando apenas ha pasado una semana de las elecciones regionales, muchos se
preguntan, ¿que pasara en los futuros procesos electorales? ¿Importa el
discurso? ¿Importa el programa de gobierno? ¿Importa su honestidad y
transparencia como candidato? Pareciera que no hay conciencia sobre el bienestar y
desarrollo social, solo importa el dinero. Y aún más ¿Quien ganara las elecciones en la próxima contienda electoral? Sin temor a equivocarnos el mejor postor.